El osasunista Víctor Muñoz, el velocista de la Liga: “Lo mío es genético”
El atacante, el único cuya media de velocidades punta supera los 34 km/h, visita este sábado el Camp Nou tras su accidentado debut hace siete meses con el Madrid en un clásico


A Víctor Muñoz (Barcelona, 22 años) le bastaron diez minutos para comprobar que en lo alto de la montaña del fútbol también corre un viento que te puede llevar por delante. Carlo Ancelotti lo hizo debutar con el Madrid en el clásico del pasado mayo en Montjuïc y al joven le cayó encima una manada de trols en redes por fallar una ocasión clara que hubiera supuesto el 4-4. Tuvo que cerrar los comentarios. “Yo estaba en el Castilla y, de repente, pasas a ser el foco de todo el mundo. Pero si quiero dedicarme a esto, son cosas que están a la orden del día. Debes convivir con ellas”, afirma el extremo, hoy pieza básica de un Osasuna que acude este sábado al Camp Nou (18.30, Movistar).
“Es complicado para un chaval que no había jugado ningún partido como profesional debutar en uno así. Imagina la situación… El día antes había disputado más de 80 minutos [en Mérida]. Me comentaron la opción de ir y andaba con el tobillo jodido, pero quería vivir la experiencia. Llegué a Barcelona a las dos de la madrugada. Estaban todos los jugadores del primer equipo listos, no pensaba que se me iba a dar esa oportunidad de salir, y se me dio. La gente que me quiere se queda con eso. Hoy estoy agradecido porque me ha hecho madurar. Siempre he tenido la cabeza bien puesta y no le quise dar más importancia”, explica en un acto de Kosner (patrocinador de Osasuna) este joven de madre peluquera (lo tuvo que dejar por problemas en una mano) y padre celador.
Este verano, Osasuna pagó cinco millones, más uno en variables, por el 50% de los derechos de este atacante vertical y muy rápido. Tanto que, según los datos que maneja el club rojillo, Víctor Muñoz tiene la tercera velocidad punta más alta de la Liga esta temporada (35,45 km/h), por detrás del rayista Andrei Ratiu (35,77) y el bético Bakambu (35,56). Pero si se hace la media de todas las velocidades punta alcanzadas por los jugadores de Primera, Víctor es el líder (34,15 km/h), el más regular de entre los velocistas. Es el único cuyo promedio supera los 34 km/h. En nueve de los 15 encuentros de esta Liga, ha rebasado esta barrera. “El año pasado, en un amistoso en Tenerife, me pilló el viento [a favor] y registré 38,2 km/h. Y en un partido de Liga creo que hice 36,6. Me gusta ver la cantidad de distancia que he recorrido, los metros a alta intensidad… Ver hasta dónde puedes llegar y ser cada día mejor”, cuenta el extremo, que suma tres goles y tres asistencias este curso. El último tanto, el pasado lunes en la victoria contra el Levante (2-0), que cortó una racha de su equipo de seis jornadas sin ganar.
De La Masia a Valdebebas
La ventaja de su zancada, confiesa, es algo innato. “Es genético. Era algo que tenía dentro”, cuenta. Aunque tampoco afloró a la primera. “Me costó dar el cambio físico. Antes jugaba de mediapunta o interior. Y ya cuando pillé el pico de velocidad, me pusieron en banda. Tampoco llevo muchos años ahí y ahora tampoco la trabajo en exceso. Me centro más en prevenir lesiones. Al ser un jugador explosivo, tengo más riesgo de romperme en algún arranque. Eso sí lo he cuidado porque el año pasado tuve bastantes problemas de tobillo. El objetivo es reforzar esa zona, acostumbrarla a esos apoyos”, detalla.
Fue en el Damm, en el distrito barcelonés de Nou Barris, donde Víctor Muñoz empezó a ejercer de extremo. Allí había llegado de La Masia. “En el Barça era más pequeño y cuesta al principio a nivel de presión. Algunos llevan ahí toda la vida, pero cuando viene un chico de fuera, no es presión del club, sino por sentirte en un sitio grande. No entiendes algunas cosas y debes pasar por ciertos procesos. Maduré. Si tuviera que sacar algo positivo del club, sería la metodología, cómo entienden el juego”, valora. En el Damm, al lado de casa, cuenta que le ayudaron a crecer y entonces se abrió la posibilidad de volver al Barcelona o ir al Real Madrid. “Me apetecía vivir la experiencia de estar fuera de casa y vivir por el fútbol. Fue lo que me llamó la atención y elegí el Madrid”, explica. En Valdebebas, además, encontró un estilo que quizá se adapte mejor a su velocidad punta. “Cada sitio tiene sus conceptos y allí se trabaja más la verticalidad, los contraataques”.
Ahora su vida es Pamplona, donde vive con su novia y ya muchos le han recomendado que el próximo verano pruebe los Sanfermines. Mientras, trata de acelerar la adaptación al ritmo físico de Primera. “Al principio, me costaba llegar a los tramos finales. Ahora me siento cada vez mejor. Ahí los partidos se rompen y hay más espacios en la última media hora”, afirma. Lo ideal para su velocidad.
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